AGO 15, 2022
Hoy la Iglesia Universal celebra la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen al Cielo. En efecto, nuestra Madre nos ha precedido para prepararnos un camino. ¡Típico de una buena Madre! Una Madre que espera a sus hijos en la gloria celeste, sabiendo bien, que no es una mera espera pasiva, sino todo lo contrario, es una espera activa, ya que hace todo lo posible, “todo lo que está en sus manos” para ayudarnos en nuestro caminar.
El P. Giovanni siempre ha permeado a nuestra pequeña comunidad de un gran amor hacia la Madre del Cielo. De hecho, los “Misioneros Siervos de los Pobres” gustan de invocar a María como “Madre de los Pobres”, cuya advocación completa sería “Santa María Madre de los Pobres”. Pero, nos podríamos preguntar, por el porqué de tal advocación. La respuesta es muy sencilla, no sólo nos gusta llamarla así, por el cariño y la atención especial que profesamos hacia tantos pobres que servimos, sino porque, más bien, nos consideramos los primeros pobres que necesitamos de la ayuda de la Madre del Cielo.
Es frecuente escuchar a muchos católicos, que hablan de una grave crisis en medio de la Iglesia, pero quizás, y es nuestra humilde opinión, la base de esa crisis estriba en que hemos perdido una tierna y hermosa devoción hacia la Madre del Cielo. Si, en verdad, nos consideramos los más pequeños, y abrimos nuestro corazón, como San Juan Diego en aquel 1531 cuando la Virgen siempre le saludaba como al “más pequeño de sus hijos”, llegaremos al convencimiento de que la única forma de cambiar al mundo es cambiarnos a nosotros mismos. En palabras de Tescelin de Fontaine (papá del gran San Bernardo): “El alma de toda reforma es la reforma de nuestra propia alma”.
Santa María Madre de los Pobres
Ruega por nosotros