Esta Semana Santa, nuestra comunidad vivió un tiempo de profunda reflexión y renovación espiritual. Desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección, cada momento estuvo lleno de fe, esperanza y misión. Los sacerdotes, presentes en los diferentes pueblos, llevaron el Evangelio a todos, recordándonos que, aunque la cruz es parte de nuestra vida, siempre hay esperanza de redención y vida nueva.

Nuestros niños, junto con algunos hermanos, participaron activamente en los actos litúrgicos y procesiones en la parroquia de Andahuaylillas, siendo testigos de una fe viva que se transmite de generación en generación. Su devoción y participación fueron un claro reflejo de la importancia de vivir la Pascua como comunidad, unidos en el amor y el servicio.

Durante estos días, la comunidad se unió en oración y acción, recordando que cada gesto de fe, por pequeño que sea, tiene un gran impacto en la construcción de un mundo más justo y lleno de amor. La Semana Santa no solo nos invita a recordar el sacrificio de Cristo, sino a vivir de manera auténtica ese sacrificio en nuestra vida diaria, siendo luz para los demás.

La Resurrección nos recuerda que, después del dolor y la prueba, siempre llega la esperanza y la renovación. En este tiempo de Pascua, somos llamados a renovar nuestro compromiso como discípulos, a vivir con mayor amor y entrega, siendo testigos vivos del triunfo de la vida sobre la muerte. Que la alegría de la Resurrección transforme nuestro caminar diario, dándonos la fuerza para seguir adelante con fe y esperanza.

¡Feliz Pascua de Resurrección! Que la paz y el amor de Cristo resucitado nos guíen en nuestra misión de construir un mundo más justo, más fraterno y lleno de esperanza.