Queridos, he recibido con inmenso gozo vuestra decisión de recoger recuerdos y testimonio de la vida de Padre Giovanni Salerno.
Queridos, he recibido con inmenso gozo vuestra decisión de recoger recuerdos y testimonio de la vida de Padre Giovanni Salerno.
He podido encontrarle cuando yo era párroco a Porto Stefano (Provincia de Grosseto, Italia). Gracias a un maravilloso Grupo misionero intenté abrir la parroquia a los horizontes del mundo para poder respirar plenamente el misterio de la Iglesia Católica que abraza ricos y pobres para sanarlos a través del Amor de Jesús.
El encuentro con Padre Giovanni Salerno me chocó profundamente. Todos encontramos cada día tantas personas, pero a menudo estos encuentros no dejan huellas en nuestra alma. Muchas personas son vidrios opacos que no deja pasar la Luz de Jesús. El encuentro con Padre Giovanni Salerno me inundó de la misma forma que experimenté en el encuentro con San Juan Pablo II y con Santa Teresa de Calcuta.
Quedé impresionado constatando una profunda sintonía entre los sentimientos de Madre Teresa y los sentimientos de Padre Giovanni. Madre Teresa varias veces me dijo: “Yo no soy un asistente social. Soy una creyente y busco trasmitir el Amor de Jesús a todos los que encuentro”. Padre Giovanni me dijo lo mismo: “Yo soy un siervo de los pobres para llevar a Jesús en medio de los más pobres, porqué solo Jesús sana la pobreza en todas sus expresiones y en toda su profundidad”.
Recuerdo que yo le dije: “Entonces ¿tendría que venir contigo?”.
La respuesta de Padre Giovanni fue:” Tú quédate donde estás. En los países ricos hay una pobreza peor que la de los pobres del TM. En los países desarrollados está difundiéndose la pobreza espiritual, la pobreza del vacío de los ideales, la pobreza del egoísmo insaciable y siempre infeliz”. Lo mismo me dijo Madre Teresa: “Calcuta cada uno la puede encontrar en cualquier lugar. En los países pobres se encuentran personas desnutridas en el cuerpo, pero bellas en el alma. En los países ricos se encuentran personas bien cuidadas en el cuerpo, pero con un alma devastada e increíblemente fea. Aquí hay tanta necesidad de Jesús y del Amor verdadero que solo Él puede enseñar y donar”.
Quedé impresionado constatando una profunda sintonía entre los sentimientos de Madre Teresa y los sentimientos de Padre Giovanni.
Tenemos tanta necesidad de personas como Padre Giovanni Salerno, como Madre Teresa, como Juan Pablo II.
Tenemos tanta necesidad de personas como Padre Giovanni Salerno, como Madre Teresa, como Juan Pablo II. A conclusión de la JMJ del año 2002 en Toronto, Juan Pablo II dijo: “No seáis como los caracoles que dejan detrás de si solo un rastro con un poco de baba. Es suficiente una ligera lluvia para que desaparezca. Queridos jóvenes, haced de vuestra vida una obra de arte de amor: donadla, gastadla para hacer el bien y dejar huellas detrás de vosotros y seréis felices”.
Es la enseñanza que nos ha dejado Padre Giovanni Salerno, una enseñanza actualísima.