Testimonio Hno. Pierre André

"Sentí una llamada más especifica a la vida contemplativa dentro de nuestro Instituto religioso"

Me llamo Pierre André, tengo 33 años y soy francés. Escuché por primera vez hablar del Movimiento de los “Misioneros Siervos de los Pobres” en el 2013 a mi mamá que había ido a una charla dada por uno de los padres MSP, el Padre Walter Corsini, en un pueblo cerca de mi casa, en el Sur Francia. En ese momento estaba terminando mis estudios de contabilidad y de gestión y tenía el deseo de tomar un año para viajar fuera de Francia a ayudar a los pobres y pensar en mi futuro. En efecto, durante los dos últimos años de estudio (años 2012-2013), me había dado cuenta que el trabajo de contabilidad que realizaba a la par con mis estudios no me hubiera gustado hacerlo durante toda la vida, aun si muchos aspectos del trabajo me gustaban. Tenía bastantes reflexiones a diferentes niveles (sobre nuestro sistema económico, nuestra sociedad moderna…) que me hicieron aspirar a un mundo mejor donde se viviera más la fe, el amor a Dios y al prójimo. Me preguntaba también sobre la vocación. En París, donde estudiaba, había participado en varias actividades al servicio de los pobres; en invierno, por ejemplo, pasando la noche con ellos en la parroquia, o en la calle yendo a su encuentro para darles algo para tomar y para hablar con ellos. Estas experiencias me marcaron, me conmovieron, sentía el deseo de hacer algo más por los pobres. Por estas razones, terminado mis estudios decidí hacer un “año humanitario” y me decidí hacerlo con los “Misioneros Siervos de los Pobres” si me aceptaban. Me llamaba la atención su espiritualidad, su entrega completa a los pobres como personas consagradas a Dios y su confianza en la divina Providencia.  Los superiores de los MSP aceptaron que hiciera una experiencia misionera. Después de pasar un tiempo en la casa de formación de Ajofrín en España para aprender algo de español y me fui a Perú para ayudar en la misión durante un año. Me confiaron el cuidado de un grupo de siete niños de cinco a ocho años de edad: tenía que ocuparme de ellos durante sus momentos de estudio, trabajo, juego, oración, etc., cuando no estaban en el colegio, trabajaba también en la sacristía. He tenido la suerte también de poder ir regularmente a la misión cada semana, específicamente el miércoles para dar clases de catequesis en un pueblo a 4000 metros de altura, en la montaña, a niños muy pobres. Esto me permitió ver la gran pobreza (material y espiritual) que hay en la cordillera de los Andes y me di cuenta que había todavía mucho por hacer para ayudar a estas personas para que salieran de su miseria y llevarlas a Dios.

"En el monasterio, que se encuentra en tierra de misión, se trabaja y se reza especialmente en favor de los pobres y de la misión"

"Me llamó la atención esta vocación de entrega total a Dios, una vida de silencio, de clausura, de trabajo, en el cual muchas horas del día están consagradas a la oración para honrar al Señor y para interceder por tantas personas"

El discernimiento de mi vocación lo he ido haciendo poco a poco, tanto durante ese año de experiencia como durante toda mi vida misionera. Pero sentí especialmente la llamada de Dios ocho meses después de mi llegada a Perú, cuando realicé un retiro en el Monasterio de “Nuestra Señora del Silencio” donde viven nuestros monjes contemplativos MSP. Allí en diferentes momentos de oración sentí que el Señor me querría con los “Misioneros Siervos de los Pobres” y que allá podía hacer mucho bien. Más especialmente sentí una llamada a la vida contemplativa dentro del Instituto. 

En septiembre de 2015 empecé la formación en nuestra casa en Toledo en España, una formación que duró ocho años. Ahora he terminando esa etapa. Mucho es lo que he recibido en estos años, tanto a nivel intelectual con el estudio de la filosofía y de la teología, como a nivel humano, espiritual y pastoral. Esta formación ha sido posible gracias al apoyo espiritual y material de tantas personas a las que agradezco de todo corazón. Pensar en la generosidad de estas personas me ayudó y me ayuda a ser generoso y entregado en mi vida de cada día. En estos años de formación hubo muchos buenos momentos, pero también hubo momentos difíciles, de prueba (como el tiempo de los exámenes) y en estas ocasiones pude experimentar varias veces el apoyo del Señor. Estas pequeñas “divinas ayudas” fueron, para mí, bonitos signos vocacionales. Doy gracias al Señor por haber perseverado.

Como decía antes, durante mi año de experiencia (ese año de servicio que hice en 2014 y 2015), sentí una llamada más especifica a la vida contemplativa dentro de nuestro Instituto religioso. Durante mi año de experiencia y durante mi tiempo de formación (cuando los superiores me enviaban a Perú para ayudar a la misión durante las vacaciones) tuve la posibilidad de hacer algunas breves experiencias en el Monasterio de “Nuestra Señora del Silencio” y me llamó la atención esta vocación de entrega total a Dios, una vida de silencio, de clausura, de trabajo, en el cual muchas horas del día están consagradas a la oración para honrar al Señor y para interceder por tantas personas. Pude un poco darme cuenta del valor, de lo bello y de lo noble de esta vida. Los monjes me explicaron también la peculiaridad de su vida contemplativa, a saber, la de una vida contemplativa “misionera”: en el monasterio, que se encuentra en tierra de misión, se trabaja y se reza especialmente en favor de los pobres y de la misión; el celo misionero de los contemplativos se ve estimulado por la cercanía a la misión, también por algunos apostolados directos con los pobres que se realizan de vez en cuando. 

Esta vida contemplativa me ilusiona y en 2024, normalmente, me integraré progresivamente la comunidad contemplativa (viviendo una o dos semanas al mes con ellos) en vista de una integración definitiva en su comunidad si se discierne que tal es mi vocación dentro de la vocación más amplia como misionero siervo de los pobres.

El 12 de octubre de 2023 he realizado mis votos perpetuos con los “Misioneros Siervos de los Pobres” lo cual me entusiasma e ilusiona aún más en medio del servicio con los más pobres. 

 

Hno. Pierre msp.

Sentí la llamada de Dios ocho meses después de mi llegada a Perú